Esta historia es real. Solo el final ha sido fruto de mi imaginación.
MANICOMIO
No se pueden prever los caprichos de los locos… Un demente puede estar en período de “calma”, como se dice, durante determinado tiempo; pero al final es muy propenso a volverse furioso. Además, su astucia es grande y proverbial. Cuando tiene un plan en la cabeza, disimula sus propósitos con una listeza maravillosa, y la habilidad con que imita la cordura ofrece para el psicólogo uno de los problemas más singulares en el estudio de la mentalidad humana. Cuando un loco parece completamente cuerdo, es el momento indicado de ponerle la camisa de fuerza.
Edgar Allan Poe
Y vivieron por siempre felices… Ese fue el final de la película y el comienzo de mi pesadilla. Mi historia de amor, como la de todos, tuvo un comienzo extraordinario. Las esperanzas, las caricias, los sueños y los “te amo”, duraban desde que Morfeo me liberaba cada mañana hasta que me volvía a apresar durante la noche… Desde aquella época, pocos años ha, inadvertidamente, la convivencia, la inseguridad, los celos, la economía, el trabajo, mis ascendientes y los de ella, lograron minar la relación, y esa noche en el cine, espontáneamente, descubrí que la persona que estaba a mi lado, era una extraña. Lo descubrí precisamente cuando vi cómo los protagonistas tomados de las manos, se alejaban y desaparecían lentamente, como vendiendo la idea de que su amor duraría para siempre.
Así fue que, llegando a casa, decidí no bajarme del auto y cuando ella lo hacía, le dije que me iba, que ya no podría vivir con ella. Me quedó viendo. Estaba atónita. Su frase predilecta: “sin mi no podrás vivir, porque eres un inútil”, parecía querer saltar nuevamente de su irónica voz. Pero no dijo nada, solo tiró la puerta, dio media vuelta y entró en la casa.
Me fui. Me instalé en un hotelito mientras divagaba sobre mi nuevo estado civil. No teniendo que ir a la oficina pues estaba de vacaciones, dediqué mi tiempo a buscar un apartamento. Creo que fue durante una de esas tardes que decidí ir a recoger mis cosas, pero mis llaves también se habían divorciado de los llavines, por lo que me vi obligado a ir de compras para comenzar mi nueva vida.
Encontré una pequeña casa que serviría a mi propósito, pero no había pasado ni una semana cuando recibí la visita de unos agentes de la policía que no aceptando mis alegatos me condujeron al manicomio capitalino. El doctor que me recibió, me explicó que se me encerraría por mi bien, pues mi esposa le había contado lo violento que me volvía de repente. Ante mis protestas y mi evidente enojo, el galeno me mostró un documento, que le había entregado mi ex, dónde se confirmaba que yo había sido paciente de una pequeña clínica para enfermos mentales y unas cuantas notas de sus amistades que corroboraban mi errático comportamiento irracional.
Hoy, encerrado y drogado en este centro hospitalario, sin visitas y lúcido esporádicamente, mi mente escudriña las posibilidades que tiene una mujer despechada para inventar crueles maquinaciones.
Tratando de explicarme cómo pudo pasar todo esto, recordé que una vez perdí la capacidad de movimiento. Nunca hubo explicación para tal evento, pues análisis posteriores demostraron que yo era un tipo sano. Pero ese día, mi esposa me condujo a esa clínica y solicitó me dejarán ahí hasta realizar todos los exámenes posibles. Al día siguiente, cuando salí de esa clínica, ni siquiera tuve la más leve sospecha de que ella había pedido un documento donde constara que yo había estado internado ahí.
Que yo la golpeaba y me volvía muy violento fue un plan de ella que apoyó con la ayuda de sus amistades. El doctor, ante tanta evidencia, no me creyó y, al verme involucrado en esa farsa y ver que no me creía, me hizo acalorarme, por lo que ordenó se me inyectara un calmante que, seguramente es la droga que se me viene aplicando desde que llegué.
A veces tengo momentos de lucidez y trato de descubrir cómo fue el plan de mi ex. Recordé que su padre tenía problemas mentales, y por eso ella conocía clínicas de este tipo. Deduje que aquella vez que quedé inmovilizado, debió ser porque ella me dio sutilmente, alguno de los medicamentos que le recetaba a su padre. Voy a decir que esta mujer actuaba maquiavélicamente. Todo fue un plan. Debo decir que no todas las mujeres son iguales, así como nosotros tampoco somos iguales, aunque ellas se empeñan en decirlo. Hay personas buenas, pero también las hay malas. Y eso encaja para hombres y mujeres. Y entre las buenas y malas, hay una gran variedad que van desde las buenas con algunas cosas malas, hasta las malas con alguna cosa buena…
Yo me encontré una mujer con más características malas que buenas y siempre tuve señales de eso, pero cuando uno está enamorado, esas señales pasan desapercibidas. Si yo hubiese sido inteligente, todo esto, no me estuviera ocurriendo. Ahora me doy cuenta que ella sopesaba todas las posibilidades y guardaba todo lo que en el futuro le podía ayudar. Mi súbita inmovilidad, la visita a esa clínica, el documento que guardó de esa noche… todo fue un plan.
Ahora, no sé qué hacer para salir de aquí. Si usted, que lee esto, tiene alguna idea, ojalá me la pueda hacer llegar…